Los dones del juego y la palabra

Gus Rodríguez fue un gigante de los videojuegos en México. A un año de su fallecimiento, lo recuerdo con este breve ensayo acerca de nuestras vidas.

El Mayor Tom
6 min readApr 10, 2021

El siguiente texto fue originalmente publicado el 17 de abril de 2020 en la revista cultural Replicante. La versión que estás a punto de leer viene mejorada y aumentada.

Gus Rodríguez con playera de Donkey Kong 64
Gus Rodríguez. Fuente: FB personal de Gus.

Gus Rodríguez y la revista Club Nintendo

Nadie está listo para ver partir a sus héroes de la infancia. Qué decir de Gus Rodríguez, gigante de la historia de los videojuegos en México, quien, por mera casualidad, se convirtió también en el más ferviente promotor de mi lectura. Su mente inquieta lo llevó a probar distintos oficios: publicista, guionista, comentarista, humorista, periodista y otros trabajos que terminan en «ista», como, por ejemplo: fundador de una revista. A lo largo de su biografía se confunden los videojuegos y las letras, dos mundos que, al menos en lo personal, no me dicen nada el uno sin el otro.

La noticia de su muerte, el año pasado, me resultó devastadora. Aún lo es. A Gus Rodríguez nunca lo conocí en persona, pero vaya que lo vi en televisión, lo leí mensualmente y me reí de los muchos chistes y líneas que escribió para Eugenio Derbez en los noventa. Me fascinaba sobre todo Armando Hoyos, un emblemático personaje interpretado por Derbez y cuya principal gracia era iluminar a la audiencia con sus juegos de palabras, de ahí que se pusiera, en cadena nacional, a redefinir varios conceptos del español. Según su diccionario, por ejemplo, «aglutinar» significaba «poner los glúteos en la tina». Aquel fue mi primer encuentro con los llamados juegos del lenguaje y más tarde supe que Gus Rodríguez estaba detrás de ellos. Ahora lo veo como un sincero gesto de amor por las palabras.

Gus Rodríguez con Armando Hoyos
Gus junto a Armando Hoyos. Instagram: @gusrodriguez

Entre las múltiples facetas de Gus, la más reconocida, sin duda, fue la del video jugador empedernido. Su presencia en medios, durante los noventa fue tal, que al poco tiempo se convirtió en el rostro más visible de la comunidad gamer en el país, aunque podríamos decir, sin temor a exagerar, que fue en torno a su persona que se formó dicha comunidad. Llamarle pionero, en una industria que prácticamente daba sus primeros pasos, es lo menos si queremos hacerle justicia a su carrera.

Nintendomanía: ¡Estamos en contact!

La revista Club Nintendo y el programa de televisión Nintendomanía fueron dos productos de comunicación impulsados por Gus Rodríguez, en los cuales se abordaban temas exclusivamente sobre el universo Nintendo. Los contenidos eran producidos incluso con la licencia y el apoyo de la gran empresa japonesa. En verdad es difícil no ver en Gus Rodríguez la figura de lo que actualmente se conoce como embajador de marca. En aquel entonces, finales del siglo XX, Nintendo no contaba con una competencia a la altura dentro de México, por lo cual le fue relativamente fácil abrirse paso por el país, y de paso, maravillar a toda una generación de jugadores. La obra de Gus, desde luego, tuvo mucho que ver al respecto. Pero al margen de sus acciones, muchos consideran, hoy en día, a aquella época (1987–2000) como la mejor para Nintendo a nivel global.

Gus Rodríguez sostiene un Game Boy Color
FB: Gus.

Club Nintendo apareció a finales de 1991. Fue una revista mensual de circulación nacional (editorial Televisa), y si mal no recuerdo, llegó también a algunas partes de Latinoamérica. A su vez, Nintendomanía salió al aire unos años después, en 1995. El programa se transmitía los sábados por la mañana en televisión abierta (TV Azteca). De esta manera, y por varios años, Club Nintendo y Nintendomanía hicieron mancuerna y se consolidaron como una indispensable fuente de información sobre los videojuegos en México. Aquí se echaron los cimientos del periodismo de juegos en el país. Con todo y lo que eso implicó.

Ambos productos, revista y programa de televisión, estuvieron dirigidos a una audiencia muy joven, lo cual le dio a Gus Rodríguez el privilegio de estar en contacto con niños, adolescentes y jóvenes. A todos ellos les hablaba en un lenguaje que los adultos apenas si entendían: bits, consolas e ítems. En realidad, Gus rondaba ya los cuarenta años cuando Nintendomanía comenzó sus transmisiones. Su propio hijo, Javier, incluso participaba como conductor del programa. Es decir, ya no era un joven propiamente, aunque no por ello su actitud fuera la del adulto que se rehúsa a crecer. En la plenitud de su vida y con la cachucha de Nintendo bien puesta, era ante todo un modelo. Los pequeños pensaban lo mejor de él: si el adulto Gus no había dejado de jugar, ellos tampoco lo harían cuando fuera la hora de crecer.

Revistas de Club Nintendo junto a algunos presentadores de Nintendomanía.

Últimos deseos de Gus Rodríguez

Gus Rodríguez murió en las últimas horas del 10 de abril de 2020. El propio Eugenio Derbez fue uno los primeros en hacerlo público, con lo cual la noticia se esparció velozmente. La pérdida fue ampliamente comentada en redes sociales y una increíble cantidad de mensajes mostraban cuán querido y respetado fue. Se me hinchó el corazón al enterarme y creo que sabía por qué.

A los pocos días del suceso, Javier explicó que su padre había sido diagnosticado con un mesotelioma, un tipo de cáncer poco frecuente y que afecta a ciertos tejidos de los órganos internos. Perdió un pulmón a consecuencia de ello, lo cual disminuyó considerablemente sus fuerzas, mas no el ánimo. Al final, fue un medicamento, que su cuerpo rechazó, lo que provocó su muerte. Tenía 61 años. Antes de morir había dejado las siguientes instrucciones: su colección de videojuegos sería repartida entre algunos de sus amigos y sus restos serían esparcidos en el Santuario de las Luciérnagas, en Tlaxcala. También se difundió una grabación que Gus había preparado para sus seguidores. En ella los exhortaba a hacer el bien. Varios de los artículos coleccionables que Gus había atesorado a lo largo de su carrera fueron subastados en línea. El dinero recabado fue destinado a la investigación de mesotelioma. Pero no todo acabó ahí. La historia continúa.

Javier habló con los fans sobre la muerte de su padre.

Jugar y leer en la adolescencia

La formidable carrera de Gus Rodríguez provocó un efecto colateral en mi vida. Desde luego que no estaba en los planes de nadie, ni tampoco preví lo que a continuación voy a contar. Pasé gran parte de mi infancia y adolescencia leyendo la Club Nintendo y mis domingos se me fueron comprándola. Disfrutarla, devorarla, esperar a que saliera la siguiente edición y acudir a distintos puestos de revista con la esperanza de encontrarla se convirtió en mi primera experiencia real como lector. En todo eso había gozo, expectativa y desencanto. La lectura tiene algo de eso, lo vuelve a uno loco. Fue una experiencia de vida que por fortuna se repetía cada 30 días.

Soy video jugador desde hace casi tres décadas. Gus Rodríguez fue en parte responsable de alimentar esa pasión, pero sólo en parte. Mi hermano, mi padre, mis vecinos, mis compañeros de escuela, la tele y el cine seguramente hicieron también lo suyo. Desconozco cómo y por qué comencé a jugar realmente. Jugar videojuegos fue una de esas realidades que ya están ahí, esperándolo a uno, cuando se adquiere conciencia de las cosas. Fue ineludible, aunque tampoco, confieso, ofrecí mucha resistencia. Era, por decirlo de alguna manera, lo que me tocaba hacer. Sin embargo, con la lectura sucedió algo muy distinto. Yo me lo busqué. Puedo rastrear la historia individual de mi pasión por la lectura y sé, con toda certeza, que ésta empezó en las páginas de Club Nintendo. En un mundo donde abundan los misterios, y que a la vez está repleto de información irrelevante, contar con este tipo de certezas es un privilegio. Los verdaderos héroes pueden cambiarnos la vida sin que nos demos cuenta de ello. Gus cambió la mía gracias a sus dos sencillos dones: el del juego y el de la palabra. Descansa en paz.

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El Mayor Tom

Soy el hermano menor, por eso me toca ser Luigi, Diddy Kong, Helper, Mugman y otros más. Claro que me gustar jugar, aunque lo mío, lo mío, es contar historias.