Super Mario RPG: a 25 años de la lluvia de estrellas
SMRPG fue lanzado hace un cuarto de siglo. Desarrollado por Square y publicado por Nintendo, el juego nos recuerda de varias maneras que una buena alianza lo puede todo. Este texto es solo una pequeña muestra de un ensayo mucho más extenso, el cual todavía no tiene fecha de publicación.
La llegada del Nintendo 64 y Super Mario
1996 fue un año de lo más emocionante para Mario, pero sobre todo para sus fans. Fue el año en que el Nintendo 64 llegó a las tiendas, empaquetado junto con el esperadísimo juego Super Mario 64. La nueva consola lograba lo imposible y nos mostraba a un Mario por primera vez en 3D y el juego nos lo pintaba como un héroe sin límites: brincaba más alto que nunca, se enfrentaba a villanos mucho más grandes que él e incluso fue ahí donde muchos lo escuchamos pronunciar sus primeras palabras: “It’s-a me, Mario!”, así te recibía el juego con la voz del actor Charles Martinet, una bienvenida que a la postre se volvería la tarjeta de presentación del personaje. La cereza del pastel era aquella curiosa pantalla en la que, sin temor a nada, podías desfigurarle la cara al buen Mario antes de empezar a jugar. SM64 fue un parteaguas en la historia de Nintendo. Era justo lo que necesitaban para posicionar a Mario como una verdadera figura de acción.
Fue un juego que entretuvo a millones, a mí entre ellos. Aunque nunca tuve una copia, SM64 podía jugarse por doquier: el vecino lo tenía, las tiendas departamentales te dejaban probarlo, lo anunciaban constantemente por televisión, se podía rentar por un fin de semana o bien, tu compañero de clases estaba dispuesto a prestártelo hasta que lo terminaras. Era un juego omnipresente. Además de haber marcado a una generación, su éxito también implicó el fin de una época para los juegos tradicionales de plataforma, un género que el propio Mario estelarizó durante años. Shigeru Miyamoto, su creador, magistralmente inventó un modo de juego que no ha sido superado hasta hoy. Desde entonces, gran parte de la serie Super Mario ha seguido la ruta trazada desde los días del Nintendo 64.
Super Mario RPG, único en su género
Para 1996 Mario era ya la cara más reconocible de los videojuegos. Curiosamente un señor de bigote, medio panzón, era el símbolo de una industria dirigida principalmente a los más jóvenes. Aquel año fue también de transición para la gran N. Mientras se concentraba en su nuevo juguete, el N64, la compañía japonesa comenzó lo que sería una larga despedida para el Super Nintendo, una consola incansable que continúa inspirando a desarrolladores y jugadores por igual. A grandes rasgos, la SNES tuvo que pelear en dos frentes: se disputó el mercado con el Sega Genesis y se resistió a morir de golpe frente las nuevas consolas cuyos gráficos apantallaban a quien fuera, incluidos los de la misma N64. Super Mario RPG: Legend of the Seven Stars fue parte de la última camada de títulos desarrollados para la SNES. El juego se lanzó en marzo y mayo de 1996 en Japón y América, respectivamente. Entre la publicación de SMRPG y la llegada del N64, hubo apenas un par de meses de por medio. En Europa no se lanzó oficialmente sino hasta más de una década después, un hecho inaudito que, de solo pensarlo, me hace sentir afortunado frente a los desamparados jugadores europeos.
En revistas y por televisión yo había visto algunas imágenes previas del juego y recuerdo que mis primeras impresiones me llevaron a creer que se trataba más bien de un futuro título para N64. Gráficamente SMRPG era sumamente novedoso, pues contaba con una perspectiva isométrica ajena al estilo clásico presente en los juegos de Mario, lo cual, además, simulaba un entorno tridimensional. Aquí vale la pena recordar que, en aquella época, los videojuegos 3D eran la gran promesa de las futuras consolas. En cambio, el SNES fue, y lo es hasta hoy, el gran referente de mundos hechos en 2D. Artísticamente el juego también lucía irreconocible en comparación con Mario Bros. 3 o Super Mario World, títulos que le dieron forma y color a la franquicia como la conocemos hoy. A primera vista, los personajes de SMRPG parecían modelados a mano, como esculturas de plastilina destinadas para una galería antes que para un juego de video. Siempre vi ahí una conexión con los artes oficiales de Earthbound, todos ellos parecían muñecos que adornan un juguetero al lado de un letrero que dice: “no tocar”.
Es difícil describir el juego sin recurrir a frases trilladas como “fuera de lo normal” o “único en su tipo”, lo cual no deja de ser una mera apreciación. Lo que sí, sin embargo, es que SMRPG llegó al mundo en circunstancias muy particulares: en el ocaso de los videojuegos 2D, bajo la sombra del ultra conocido SM64 y sobre todo, durante la época dorada de Nintendo, que se atrevió a confiar en un estudio externo para el desarrollo de un título estelar. Según los reportes oficiales, SM64 vendió casi 12 millones de copias, mientras que SMRPG apenas vendió 2. El primero fue la cara de la compañía por muchos años y el segundo fue el resultado de un experimento, una alianza. A la fecha, SMRPG es el único juego de Mario que podría contarse entre los de culto.
Juegos que maravillan e intrigan
Como lo indica el título del juego, se trata de un RPG, un videojuego de rol que, como apuntaron los críticos de la época, maravilló tanto a conocedores del género como a completos extraños. Yo fui parte de la segunda categoría. El primer recuerdo que tengo del género es un título poco conocido para PC llamado Heimdall. Nunca lo entendí del todo. En él controlabas a un vikingo errante que en ocasiones peleaba contra arañas, compraba armas e incursionaba en pequeñas misiones como la de atrapar un puerco en el lodo. Definitivamente Heimdall no era un juego para niños y, más que divertida, aquella fue una experiencia frustrante. Pero creo, a pesar de todo, que Heimdall cumplió su cometido en esta vida: me cautivó más por sus misterios que por sus virtudes. Aún me intriga. Los videojuegos que llegan en el momento equivocado suelen provocar eso.
Fue por ahí de 1998 cuando SMPRG llegó a nuestras vidas. Con nuestras vidas me refiero a la de mi hermano y a la mía. El habrá tenido 12 años, yo 10. Juntos frecuentábamos las tiendas de distribución autorizadas con la más noble de las intenciones: llenarnos el alma de fascinación y asombro. Si bien, para dos hermanos de clase media comprar en fayuca era una opción mucho más viable. Generalmente comprábamos nuestros juegos en el mercado de San Juan de Dios, en Guadalajara, pero si estábamos de visita en casa de la abuela, nos asegurábamos de recorrer la fayuca situada atrás del mercado de antojitos, en el centro de Uruapan, Michoacán. Mi hermano suele recordar esos momentos mucho mejor yo, así que le escribí. La conversación fue más o menos así:
- ¿Te acuerdas cuando compramos Super Mario RPG?, le pregunté vía WhatsApp.
- Claro. Uruapan. Éramos unos noobs que compraban en fayuca en época decembrina, respondió.
- ¿Nos dieron caja?, seguí con las preguntas.
- Sí, claro. Nuevo, sellado… como dicen.
- ¿Y por qué compramos ese? ¿Íbamos con la idea de comprarlo?
- No, jamás. No sabíamos de qué trataba. Ni qué género era. Porque salía Mario, yo creo. Me acuerdo de que regateamos. Y dijimos ‘nomás traemos X pesos’, y aceptó.
- Jajaja. Yo casi no me acuerdo.
- Yo sí. La misma historia se repitió con Donkey Kong 64.
- Sí me acuerdo de que íbamos a la fayuca a comprar juegos. Me acuerdo más de DK64.
- Sí. También. Eran buenos tiempos.